martes, 24 de mayo de 2011

Leandro Ipiña recrea la gesta libertadora del general San Martín


El cineasta Leandro Ipiña es el autor de Revolución, una valiosa superproducción que evoca la gesta libertadora del general José de San Martín y que recuerda al prócer revolucionario como un hombre de carne y hueso que se entregó por entero a una causa que lo trascendía y debió superar innumerables dudas y temores para alcanzar sus metas.


Exhibida por primera vez en una función especial durante el último Festival de Mar del Plata, la ópera prima de Ipiña se estrenará este jueves en salas de todo el país, con la actuación protagónica de Rodrigo De la Serna, quien encarna a San Martín en el momento en que preparó y concretó el cruce de 5.200 hombres a través de la geografía escarpada de la cordillera de los Andes.

                                


En una entrevista con Télam, el joven cineasta, quien se fogueó junto al experimentado Tristán Bauer (de quien fue asistente de dirección en Iluminados por el fuego), explicó que la idea que guió a la realización de Revolución fue mostrar a San Martín como un hombre concreto, dueño de virtudes y errores como cualquier otro, pero con una enorme fuerza de voluntad y un objetivo muy claro.


Según Ipiña, la diferencia entre un hombre real y otro broncíneo está en quitarle o no las causas de lo que hace. Nosotros quisimos mostrar -describió- a un hombre que sufrió un proceso arduo y recorrió un camino con muchas dificultades y problemas, con miedos y paranoias, pero que al mismo tiempo pudo concretar la hazaña de cruzar una cordillera con más de 5.000 soldados.

Ipiña y De la Serna compusieron a un San Martín de carne y hueso, un hombre excepcional pero imperfecto, lleno de contradicciones y miedos, de dientes sucios, que escupe como cualquier otro, frágil ante el frío extremo de la cordillera, pero con una entereza y una fuerza de voluntad tan grandes que pudo vencer los obstáculos internos y externos para cumplir con sus objetivos políticos y militares.

Su intención fue bajarlo del pedestal de bronce, porque con la personalización absoluta que se hizo de San Martín a partir de 1880, se desdibujó la revolución como tal, ya que pasaba a ser algo dictado por el destino. A él se lo empieza a mostrar como un superhombre y no como un hombre de acción, mientras que se le quita al pueblo su papel de hacedor de su propio destino, afirmó Ipiña.

En ese sentido, el cineasta explicó que la generación del 80 le quitó el sesgo revolucionario a su gesta, le quitó su fragor, y lo puso como si fuera obra del destino, cuando en realidad fue una revolución hecha por hombres que se sacrificaron por ella.

Un adelanto de Revolución había sido presentado en 2009 en el Festival de Cine de San Sebastián, España, en el marco del lanzamiento de "Libertadores", una colección de ocho filmes sobre los próceres revolucionarios de América latina producida por Televisión Española, Wanda Films, Lusa Films, y las televisiones públicas y los institutos de cine de cada país.

Creo que este proyecto no podría existir si no estuviéramos en este momento tan especial y pujante de América latina y de la Argentina, donde existe una gran diversidad y mucha libertad creativa, consignó Ipiña, quien contó con la colaboración autoral del guionista Andrés Maino y el historiador Gabriel Di Meglio.

Para el director, San Martín es gigante, lo que no se puede pensar nunca es que San Martín es simplemente un hombre común, no lo fue, como no lo fueron muchos otros argentinos. Fue un gran político -detalló- un gran militar, un héroe romántico, pero que tenía motivaciones y objetivos concretos para que la revolución prosperara.

Discutimos mucho con el guionista qué es lo que diferenciaba a San Martín del resto de su ejército, y la conclusión fue que lo que lo diferenciaba era su energía. Porque él poseía una energía de trabajo diferente, porque era un tipo que trabajaba y no dormía, tenía una gran fuerza de voluntad, sumada a una claridad mental impresionante, y eso hizo que fuera un tipo muy carismático, agregó.

Ipiña señaló que su idea era construir un San Martín en mosaicos. Un mosaico del San Martín colérico, un mosaico del San Martín paranoico, un mosaico del San Martín tierno, etcétera. Pero esta construcción en mosaicos nos permitía que la imagen del prócer sea más mucho vívida y más real.

No fue nuestra intención hacerlo más humano, sino que nos propusimos comprenderlo, y para eso ficcionamos cómo este hombre llega a estos grandes momentos, cómo logra todo esto, qué cosas le deben haber pasado, cuántas frustraciones debe haber tenido, cuántas úlceras tenía, sostuvo.

Y añadió: Está documentado que San Martín tenía muchas úlceras y hemorroides, todas enfermedades nerviosas, porque era un tipo que realmente la pasaba mal, un tipo muy cerebral, que pensaba y pensaba y la pasaba mal y su físico se iba resintiendo a medida que la campaña libertadora avanzaba.


Fuente: Telam

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