La trata de personas es un delito que supone la captación y el traslado de personas -dentro o fuera del país- con un fin de explotación sexual, laboral (u otras prácticas análogas a la esclavitud) y/o de extracción ilícita de órganos y tejidos humanos. La captación de las personas puede lograrse por medio de la fuerza física (secuestro), o por engaños de diversos tipos.
Se considerará como tratantes a un grupo de personas que exista durante cierto tiempo y que actúe en red con el propósito de cometer uno o más delitos graves con miras a obtener un beneficio económico. Los tratantes con fines de explotación sexual son reclutadores, proxenetas (quien obtiene ganancia de otra persona considerada “de su propiedad”) o regentes de prostíbulos (propietarios de los lugares donde se llevan a mujeres y niños para ser prostituídos) que recurren a la protección de funcionarios públicos y de miembros de las fuerzas de seguridad.
La trata suele confundirse con el tráfico ilícito de personas y, si bien suelen estar relacionados, no son lo mismo. El tráfico es la facilitación de la entrada ilegal de una persona en un Estado del cual la misma no sea nacional o residente permanente, con el fin de obtener un beneficio económico. Básicamente, la trata es un delito permanente, que dura mientras dure la explotación, y el tráfico es un delito instantáneo que se da en el momento en que se consuma el cruce irregular de fronteras. A su vez, la trata puede darse tanto a nivel nacional como internacional, mientras que el tráfico implica siempre el cruce de fronteras nacionales (esinternacional).
En ambos casos hay un abuso a los derechos fundamentales de la persona y una operación comercial con seres humanos
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